Se acabo.

Las despedidas me saben amargas.Es como un sabor que jamás desearías a nadie.Es como si algo se encajara en tu garganta y no te dejara pronunciar una sola palabra.Como si algo te estuviera apretando el cuello y no pudieras hacer nada contra ello.Como si tus ojos actuaran sin control alguno saliendo de ellos toda la tristeza en forma de lágrimas. Como si… como si fueras a estar sin vida. Porque sabes que ya no te podras escapar de madrugada e ir a verla, a acariciar su suave piel, a hacerle cosquillas y no parar de reír, a agarrarle del pelo y gritar de placer, comerle a besos hasta el amanecer, no salir de la habitación hasta el día siguiente y beber mucha coca-cola. Olerla, tocarla, susurrarla. No dormir.Apretarle las manos, dibujar te quieros en su espalda, morderla, reír. Si, a carcajadas. Morir de amor. Amar para morir. Llorar, abrazarla, sentirla cerca, notar sus latidos, su pulso. Comer pizza tirados en el césped y hacer el tonto. Comernos el mundo. Andar sin rumbo, arrancar césped del suelo, tirarnos por un tobogán, o montarnos en los columpios, darle la mano y no soltarla jamás, agarrarla de la cintura y darle un beso en la mejilla, contarle mis logros, penas y alegrías.
Sabes que odio las despedidas, odio llorar, odio que me abraces y sentir más pena al recordar que se acabo todo esto.

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